No es común ver que en las escuelas latinoamericanas los alumnos separen la basura, ahorren energía eléctrica, cocinen con energía solar o reciclen papel y latas de bebidas gaseosas. Pero en el colegio alemán de Santiago de Chile cuidar el medio ambiente y usar la energía en forma eficiente son ya prácticas de todos los días.
“No sólo somos un colegio internacional, sino también un colegio ecológico”, dice el rector Jürgen Holzhauer, quien al definir su perfil de alumno ideal, no sólo da importancia a la excelencia académica, sino también a la preocupación por el medio ambiente.
Un compromiso que se hace evidente al recorrer las salas y pasillos del establecimiento y que en estos días tuvo su punto culminante tras la instalación de un sistema de colectores de radiación solar en el techo del gimnasio, con el fin de calentar el agua que se ocupa en las duchas del edificio.
La iniciativa que forma parte del proyecto “Techos Solares” iniciado en 2004 por el gobierno alemán tuvo un costo de aproximadamente US$ 253.000 que fueron cofinanciados por un grupo de asociaciones público-privadas entre las que se incluye a la Agencia Alemana de Energía (Dena), el Ministerio Federal de Economía y Tecnología (Bmwi, por sus siglas en alemán) y la empresa alemana de sistemas solares Schüco International KG.
“Queremos transferir conocimiento para desarrollar estas tecnologías y dar a conocer las ventajas de su aplicación de la mejor manera”, explica el consultor en energía solar de la Dena, Martin Schnauss, quien explica que el objetivo de instalar este tipo de sistemas en edificios emblemáticos de Alemania en el extranjero es dar a conocer los campos de aplicación de la tecnología solar y difundir las energías renovables como fuente limpia de generación energética.
“Los adultos de mañana se va a ver enfrentados a una situación de escasez de petróleo y gas, y tendrán que usar otras fuentes”, agrega Schnauss, quien advierte sobre la necesidad de contar con fuentes más sustentables desde ya porque “si hacemos el cambio hoy sólo tendremos que pagar los costos del sistema en una primera etapa y, más adelante, no tendremos que pagar ni por el sistema ni por la fuente energética. Nadie podrá cortarnos el abastecimiento de radiación solar ni nadie podrá subirnos el precio arbitrariamente”, destaca el consultor alemán.
El proyecto que en estos días se ha puesto en marcha en el Colegio Alemán de Santiago es el segundo en la región. El primero fue llevado a cabo en el Colegio Alemán de San Salvador, en El Salvador, y consistió en la instalación de una planta solar fotovoltaica para generación de energía eléctrica. La estación solar tiene un rendimiento de hasta 20 kilovatios y produce 30.000 kilovatios por hora de corriente por año que, en período de vacaciones, serán vertidos a la red de la empresa local de energía en la capital salvadoreña.
Ambas iniciativas fueron precedidas por proyectos piloto implementados entre 2004 y 2006 en colegios e instituciones alemanas de España, Portugal, Grecia, Francia, Italia, China, Emiratos Árabes, Singapur, Corea del Sur, Tanzania, y Namibia. Entre las empresas involucradas se encuentran firmas alemanas como, IBCSolar AG y Schüco International KG que, además de instalar los sistemas, están entregando capacitación en energía solar a usuarios, técnicos de compañías del rubro y funcionarios gubernamentales.
“La idea es que futuras generaciones no vean estos sistemas como algo novedoso, sino como una forma de abastecimiento de energía como cualquier otra”, explica el ingeniero de proyectos de Schüco, Gabriel Neumeyer, uno de los coordinadores de la puesta en marcha del sistema de colectores solares en el Colegio Alemán de Santiago.
”Este es ahora un lugar en que se va a vivir activamente con los beneficios de la energía solar”, agrega el ingeniero de Schüco mientras los alumnos del colegio santiaguino juegan al básquetbol en una de las canchas del recinto. Es un día bastante cálido y soleado para ser otoño, por lo que no es demasiado grave que el agua de las duchas no salga aún muy tibia, pero Neumayer garantiza que el sistema funciona aunque el día esté nublado o con lluvia porque el calor de días anteriores se acumula.
”Con estos colectores solares el colegio va a ahorrar 2.500 metros cúbicos de gas al año y, en el mismo período, va a dejar de emitir cerca de seis toneladas de CO2”, asegura. En cuanto a la amortización del dinero de la inversión inicial, el ingeniero chileno alemán es igual de categórico: “con estos colectores se puede recuperar lo invertido en tan sólo 16 meses y su vida útil se extiende por lo menos durante unos 20 años”.
Si acaso valdrá la pena el cambio en el Colegio Alemán de Santiago aún está por verse. Lo que está claro por ahora es que si proyectos como este dan buenos resultados, no habrá que preocuparse más por buscar nuevas fuentes energéticas en el futuro.
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