El presidente panameño Martín Torrijos solo oprimió, el pasado 3 de septiembre, un botón y 300 cargas, con 15 toneladas de explosivos, detonaron en las entrañas del cerro Paraíso.
Esa fue apenas la milésima parte de las 15 mil toneladas métricas de explosivo que se usarán para remover más de 133 millones de metros cúbicos de tierra.
La poderosa explosión dio inicio la obra que solo tiene como precedentes la construcción de la ciudad de Brasilia en un terreno donde apenas había monte, a fines de los 50, y la épica construcción del Canal en los inicios del siglo XX.
La ampliación implica cifras considerables. Se prevé que las obras costarían 5.200 millones de dólares, una suma equivalente a lo se ha gastado en el Plan Colombia desde 1999.
La Autoridad del Canal estima que el proyecto generará unos 7.000 empleos directos y hasta 40.000 indirectos. A lo largo de los siete años que durarían los trabajos, se emplearán unas 315 mil toneladas de acero, algo así como la producción total de Paz del Río el año pasado.
Por eso, dentro y fuera del istmo hay quienes ven en la megalítica obra una explosión de oportunidades de todo tipo. Firmas estadounidenses compitieron con las panameñas por los contratos preliminares, en áreas como la excavación y la supervisión financiera del proyecto.
El jueves pasado se conoció que 60 empresas de 18 países están ansiosas de tomar parte en aspectos específicos, como la construcción de las esclusas.
Y hace un mes, en una reunión entre el presidente Torrijos y el mandatario español, José Luis Rodríguez Zapatero, planteó la posibilidad de que empresas ibéricas se integren a los trabajos.
A cambio, los españoles suavizarían la calificación de 'paraíso fiscal' que tradicionalmente le han dado al país centroamericano.
China, que pretende que sus compañías realicen buena parte del dragado, también ha dejado una propuesta sobre la mesa.
Incluso, "varias empresas colombianas" tienen interés, según confirmó en una visita a Bogotá, en agosto pasado, el administrador del Canal, Alberto Alemán Zubieta.
Tanto entusiasmo tiene sus límites. Panamá descarta de plano la vinculación directa de capital extranjero.
"El negocio es panameño, el Canal es un bien inalienable del Estado y no puede ser capitalizable ni por extranjeros ni por empresa privada", enfatiza Rodolfo Sabonge, vicepresidente de Investigación y Análisis de Mercado de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
Si bien Panamá asegura que puede pagar la operación con recursos de la Autoridad del Canal, de ser necesario podría obtener un préstamo con la banca privada, para costear entre 1.000 y 2.000 millones de dólares del total.
"Conseguir el crédito no será un problema -dice Jorge Ritter, ex ministro de Relaciones Exteriores de Panamá-. El Canal cobra en efectivo, 48 horas antes de que transite un buque. Es, sencillamente, la mejor fuente de pago de un crédito".
Pero en el propio Panamá hay críticos, como el sociólogo Olmedo Beluche, del Partido Alternativa Popular, que no creen para nada en la necesidad de tan colosal inversión. "Aunque loable, desvía fondos que deberían ir a fines sociales, no hacia un proyecto que no es urgente. Ese sacrificio financiero se hará a costa de un país que tiene al 40 por ciento de su población en el subempleo y donde la pobreza alcanza a la mitad de las familias", dice.
En contraste, algunos de los más beneficiados serán los países del vecindario, como Ecuador, Perú y Chile, que tienen puertos en el Pacífico, pero quieren llegar a la costa este de Estados Unidos.
Beneficia mucho los intereses del mayor exportador de Suramérica, Brasil, con una puerta más grande al mercado asiático. Los panameños ya dicen que su país es la costa Pacífica de Brasil.
Ningún país es ajeno a este torbellino de posibilidades. El ex canciller Ritter sostiene que, incluso, "Colombia tendrá que adecuar los puertos a un sistema de carga hasta ahora desconocido".
Venezuela también sale ganando. El presidente de la Asociación Venezolana de Exportadores, Francisco Mendoza, dice que ve en el nuevo Canal la perspectiva de un tránsito más fluido para los productos de su país hacia puertos de Ecuador, Perú, Chile y el pacífico colombiano.
La obra, según Sabonge, ayudará a solidificar la presencia latinoamericana en el mercado global. "La ampliación del Canal se convierte en un facilitador del comercio internacional, especialmente aquel que va a la costa oeste de E.U. o Europa".
El panameño explica que, al usar buques de mayor capacidad, productos como el carbón o los granos podrán movilizarse a una escala que se traducirá en fletes más bajos por tonelada y, en consecuencia, precios más competitivos.
Mas informacion : http://www.pancanal.com/esp/plan/temas/propuesta/
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